viernes, 19 de enero de 2007

¿Pirata? No… Corsario!

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Mi concuñado Piolo está preocupado: nunca ha comprado una película pirata y ahora se siente mal de tener que hacerlo. Y si Piolo nunca lo hizo, y yo tampoco, calculo que por ahí habrá unos cuantos miles de peruanos que vamos a piratear por primera vez ahora que cerró BlockBuster.

En el 2003, me tocó ayudar a Pepe Vega y Berti Cohen en su último intento para mantener viva esta alternativa legal de alquiler de videos. Ellos sabían que sin una intervención de las autoridades la cosa moría, pero decidieron invertir los últimos US$60,000 (creo) en un programa que les daría unos mesesitos de aire mientras “alguien hacía algo”.

Así lanzamos BlockBuster Ilimitado, un programa de suscripción que por S/.35 mensuales permitía alquilar todas las películas que se quisiera. Dentro de todo, el programa fue un éxito: disparó los alquileres, reactivó socios inactivos, atrajo nuevos miembros, fue admirado y copiado por la cadena en todo el mundo, y además, prolongó la vida de BlockBuster Perú de “un par de mesesitos más” a 3 años y pico.

Pero “alguien hizo nada”, y la cosa se acabó.

Recuerdo una frase de Berti: “En todo el mundo hay piratería, pero la piratería peruana es perversa. En Rusia venden las copias a US$7; nos roban participación pero podemos sobrevivir. Pero a S/.5… A ese precio nosotros cerramos y ellos van a seguir siendo pobres toda la vida.”

Y sí pues, no creo que haya un gran cambio social: Pepe ya está en otra empresa, Berti no dejará de ser un empresario exitoso y los chicos que trabajaban en BB, pues aprenderán a preparar café en Starbucks.

El gran cambio es para algunos de nosotros que tenemos que informalizarnos. ¿No se suponía que iban a formalizar a los informales? Creo que alguien entendió al revés. Ni modo… a piratear!

Pero eso sí: con el visto bueno y beneplácito de las autoridades, porque éste y los anteriores gobiernos propiciaron con su indolencia el nuevo monopolio de la piratería.

Ese detalle me tranquiliza: no soy un pirata, soy un Corsario! Y hay una gran diferencia: yo tengo permiso (tácito) de mi nación para saquear la propiedad intelectual de quien me dé la gana. Es distinto.

Mi plan es aprender esta nueva carrera de a puchitos: empezar con la películas, pasar a la música, buscar un caserito que me venda libros y luego incursionar en software y sistemas operativos. Más tarde ampliaré mi ancho de banda y bajaré todo gratis de la Internet. Para ese momento, espero ser un bucanero de respeto, un Corsario hecho y derecho.

Tranquilo Piolo: no somos piratas. Somos Corsarios y a mucha honra! Con patente de corso… del Reino del Perú.