viernes, 28 de julio de 2006

Alan uno, Televisión cero. (Inédito)

Me gustó el discurso de Alan. No fue perfecto pero estuvo bueno. Calculo yo que en esta edición de El Comercio leeré artículos que analicen en detalle sus aciertos y contradicciones, y que hagan sumas y restas entre lo que recortó y lo que añadió; así que lo dejo ahí. Me gustó. Ojalá sea verdad. Ojalá.

Lo que no me gustó fue la transmisión del evento.

La seguí desde temprano. Me desperté patriótico y optimista. Y cómo no: pasar a otro Presidente democrático sin que se mencione la posibilidad de un golpe o cosa por el estilo ya es una gran cosa. Y además, mal que bien, Toledo no lo ha hecho tan mal -en mi modesta opinión. (de hecho lo hizo mil veces mejor que Alan en los noventas).

Pero bueno, ahí estaba yo, optimista y patriótico, viendo “la fiesta democrática”, viendo a Toledo entre los húsares que con trompetas tocaban algo parecido al tema de “Rocky I”. Era un momento emotivo y emocionante, bonito de ver y compartir con la familia, y así lo deben haber hecho algunos millones de peruanos.

Así que allí estaba patriótico y optimista con el colorido, el protocolo y la música de las bandas y en eso… como que había un ruido… algo extraño que quería demolerme mi optimismo patriótico. Y resulta que en el canal había un invitado que sólo se dedicaba a hablar de todo lo malo que Toledo hizo. Sólo lo malo, nada de lo bueno.

Cambié de canal. Pero en este también habían invitado a otro crítico de Toledo. Y en el siguiente canal, también. Todo era malo, pésimo, horrible! Parecía una cadena nacional contra mi veintiochodejulismo.

Caray: nadie está contra la libertad de expresión, pero hay momentos y momentos, no? No se puede ir a una fiesta de 15 años a echarse un discurso sobre la bajísima pensión de los jubilados, no? Digo yo…

Habiendo tantas cosas buenas en y maravillosas en el Perú, y justo en su día de cumpleaños en el que muchos peruanos se despiertan como patrióticos y optimistas como yo me desperté, ¿tenían estos comentaristas que mandarse su discurso destructor de la autoestima nacional. ¿No es posible que por un día, el día cumbre de la “semana de bandera”, hablaran un poquito de nuestras cosas buenas? Tampoco duele!

¿Donde quedó el Marketing? ¿Nadie considera el estado de ánimo de la televidente? ¿Acaso programan “El Exorcista” en Navidad?

Me parecieron mezquinos y desatinados. Casi me amargan la mañana.

Hasta que se me ocurrió pasarme al Canal 7, donde -como era de esperarse- todo era bonito, optimista y patriótico.

Al menos en 28, eso es lo que quería oir. ¡Viva el Perú!

jueves, 20 de julio de 2006

¡Hijo de los mil empresarios!!!

Hoy el mejor (o sea, el peor) insulto que se le puede decir a alguien es “empresario”.

-“Métete conmigo y te saco la empresa por mi madre!”

Los discursos políticos (incluido el de Alan) han hecho que sea más respetable ser prostituta o violador que ser empresario. De hecho, uno de los grandes errores de Lourdes fue poner a Woodman como candidato a la Presidencia.

-“Aprende a manejar! So pedazo de empresario!”

Pero también… a quién se le ocurre poner a un hombre que ha levantado no se cuántas empresas, que trabaja ad-honorem desde hace años para la Alianza por un Perú sin Drogas y para una fundación que ayuda a la Policía Nacional; un tipo que organizó una Copa América de lujo, que puso en su sitio al Gordo Gonzáles, que construyó estadios en todo el país… ¡Qué falta de criterio por Dios!

Ahí Lourdes no la vio: si hubiera puesto un secuestrador, un vista de aduanas corrupto, un futbolista borracho, hoy quizás sería Presidente del Perú.

-“Por que no te vas un poquito a la recontra-empresa que te pagó?”

La tildaron peyorativamente de “candidata de los empresarios” y nadie en todo su partido supo cómo defenderla de tamaña afrenta. Se quedaron lelos por la excesiva violencia verbal. En lugar de decir “Sí señor, y a muchísima honra! Porque el Perú necesita 10 Grupos Romeros, 20 Brescias, 30 Añanos!”. Pero nones… antes de aceptar que uno tiene admiración por la Empresa, es preferible -para un político- declararse nazi, o peor (mejor) aún, pedófilo.

- ¡No fue penal! ¡Arbitro hijo de empresario!

Nadie defendió al “pobre” Woodman. Montesinos hubiera tenido más abogados. Mosca-Loca hubiera tenido verdaderos hinchas! Pero nadie defiende a un empresario y menos a uno exitoso.

-¡Cállate! ¡No digas empresarieces!

Mientras uno sea un aspirante a empresario, no hay problema, las PYMES son aceptadas, para ellas hay crédito, facilidades e incentivos; pero Dios nos libre de tener éxito! Pasaremos de emprendedores a explotadores, de valerosos a asquerosos. Quedaremos en la mira de cualquier candidato a la Presidencia, incluso los “liberales y reformados”.

Conversaba al respecto con mi amigo Gerardo Figueroa (empresario él, sepan disculparlo) y llegamos a la conclusión de que son los mismos empresarios los llamados a actuar, a cambiar ya mismo su imagen, a destruir esa percepción errada que se les ha endilgado y que -al callar- han otorgado como cierta.

Es imperioso. Es urgente. Miren que en estas elecciones nos hemos salvado por un pelito. En apenas 5 añitos más correremos -nuevamente- el riesgo de irnos todos a nuestra “empresa madre”. Y mire que, que lo mandan a uno a la casa matriz, es los más ofensivo que se puede decir hoy en día.